Los viajes en avión se desplomaron un 60% en 2020
La pandemia de coronavirus ha provocado un espectacular descenso de los viajes en avión que ha causado pérdidas en este sector por más de 370.000 millones, aunque también un descenso en las emisiones ,
La pandemia de coronavirus ha supuesto un duro golpe para el sector de la aviación. Las diversas limitaciones a la movilidad que han impuesto un gran número de países del planeta y la casi total parálisis que se vivió en primavera ya hacía presagiar que 2020 iba a ser un año negro para esta forma de transporte. Y así lo ha confirmado esta semana la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que asegura en su informe anual que el número de viajes en avión cayó un 60% en todo el mundo en 2020. Además, este organismo de Naciones Unidas considera que las perspectivas a corto plazo siguen siendo sombrías.
En concreto, la cantidad de pasajeros, que alcanzó los 1.800 millones en 2020, ha retrocedido a los niveles de 2003, muy lejos de los 4.500 millones del año pasado. Esta caída de la demanda alcanzó el 50% en vuelos nacionales, pero es especialmente grave en los desplazamientos internacionales, que se desplomaron un 75% y transportaron 1.400 millones de personas menos que en 2019.
Esta reducción sin precedentes de la actividad ha supuesto que las aerolíneas sufran pérdidas acumuladas de 370.000 millones de dólares, lo que en muchos países, como Francia o Alemania, ha obligado a rescates parciales con dinero público para asegurar su viabilidad. Además, los aeropuertos y los proveedores de servicios de navegación aérea, por su parte, sufrieron pérdidas por 115.000 millones y 13.000 millones, respectivamente.
En cualquier caso, esta caída de los viajes en avión también ha supuesto una reducción récord en la emisión de gases de efecto invernadero de este sector. De hecho, según una investigación publicada en la revista Nature, a nivel mundial, el sector energético con una caída más pronunciada en su huella de carbono por los bloqueos y restricciones pandémicas fue la aviación, donde las emisiones cayeron un 48% con respecto al total de 2019.
Sin embargo, en el cómputo global se ha notado poco el impacto ambiental de los vuelos cancelados, ya que, a pesar de su mala fama, la aviación apenas supone el 2% de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Eso sí, las emisiones de las aerolíneas son especialmente desiguales, ya que provienen principalmente de viajeros ricos de países desarrollados: los pasajeros que utilizan primera clase producen seis veces más carbono que los de clase económica, y el 1% de los viajeros más frecuentes son responsables de la mitad de todas las emisiones de carbono de la aviación.
Perspectivas sombrías
La OACI alerta de que esta situación “pone en duda la viabilidad financiera de la industria y amenaza a millones de puestos de trabajo en todo el mundo”. Para esta organización, que no es demasiado optimista con la recuperación del sector a corto plazo, la recuperación de la industria solo empezará a ser posible a partir del segundo trimestre de este año y dependerá con fuerza “del éxito de la campaña de vacunación, que ya ha comenzado en los países ricos”.
En el escenario más optimista, asegura la OACI, para junio de 2021 se espera que el número de pasajeros se recupere globalmente al 71% de sus niveles de 2019 (o 53% para vuelos internacionales y 84% para vuelos domésticos). Sin embargo, lo más probable según esta organización es que haya una recuperación que ronde el 49% (26% para el internacional y 66% para el nacional).
Sin embargo, esta ralentización de los viajes provocada por la pandemia podría ayudar también a repensar el sector aviación para que empiece a producir beneficios duraderos para el medio ambiente. En efecto, ya antes de la pandemia, la preocupación por el cambio climático de muchos consumidores estaba provocando que cada vez más aerolíneas se tomaran en serio su huella de carbono y que muchos fabricantes buscaran fórmulas para reducir la contaminación de las aeronaves.
Esta carrera hacia unos viajes en avión más “verdes” no ha hecho más que intensificarse durante la pandemia. Según apunta National Geographic, actualmente hay más de cien proyectos de aviones de propulsión eléctrica en desarrollo, además de numerosas investigaciones con gran financiación para utilizar combustibles alternativos como el biogás o el hidrógeno.
Eso sí, los primeros vuelos eléctricos o de hidrógeno se tendrán que limitar a aviones pequeños con un alcance limitado a unos pocos cientos de millas. De hecho, Noruega, un país con numerosas islas y terrenos montañosos que requieren saltadores de charcos, ya se ha comprometido a que todos sus vuelos de corta distancia serán en aviones eléctricos para el 2040.