¿Por qué “Squid Game” resuena tan bien en los EE. UU.?
El programa más grande de Netflix, “Squid Game”, se ha convertido en un mega éxito ultraviolento tres semanas después de su lanzamiento, y es difícil explicar por qué. Basado en juegos infantiles con consecuencias mortales, como “Luz roja, luz verde”, donde se dispara a los jugadores que no congelan el tiempo, el drama enfrenta a personajes endeudados, empobrecidos y desesperados entre sí en una batalla real en la que el ganador se lo lleva todo. Una persona volverá a casa millonaria. Todos los demás serán quemados.
Primero, es la horrible crueldad de los juegos lo que impacta. Más de la mitad de los 400 jugadores mueren en “Luz roja, luz verde” en el piloto, sus cuerpos apilados junto a la puerta en un intento fallido de huir. No es que los competidores sean solo peones; si la mayoría quiere abortar el juego, nadie gana. Pero la revelación más inquietante es cuántas personas están dispuestas a seguir jugando y arriesgar sus vidas y las de los demás por una mínima posibilidad de ganar.
Los problemas sociales de Corea del Sur se han contextualizado en “Squid Game”. El pícaro pero desafortunado protagonista de la película, Gi-hun (interpretado por Lee Jung-jae), debe cientos de miles de dólares a los usureros después de haber sido despedido de un trabajo de fabricación hace años y fracasar en una empresa empresarial. Con su adicción al juego, Gi-hun, un saco triste divorciado en parte apoyado por su madre, es un hombre común en un país donde el endeudamiento ha sido tan alto que ahora es más que el PIB de la nación.